En notas anteriores hablamos de la formación de las distintas sustancias, de
la diversidad de la materia y de su gran espacio vacío. También sabemos como la
misma ha evolucionado a través del tiempo, desde lo inerte hasta lo biológico y
desde la célula hasta el hombre.
En esta nota hablaremos del por qué de algunas propiedades de la materia como
por ejemplo: el color.
La luz es un misterio. Para llegar a la Tierra desde el Sol atraviesa 150
millones de Km. en el espacio vació a una velocidad que todavía nadie puede
superar: 300000 Km. por segundo. Tarda sólo 8 minutos en llegar y en dar una
vuelta alrededor del planeta tarda 1/10 de segundo.
En principio sepamos que nuestro ojo es una pequeña cámara que capta imágenes y
está preparado para hacerlo sólo en presencia de luz. Sin luz somos ciegos,
prueba de ello la tenemos cuando nos encontramos en un cuarto oscuro totalmente
hermético.
La luz proveniente del sol está formada por un cúmulo de energías, y si bien es
llamada “blanca”, la conforman todos los colores, eso lo podemos comprobar un
día de lluvia en presencia de sol, ya que los rayos luminosos se descomponen por
las gotas de agua en un hermoso arco iris que nos permite disfrutar de su
belleza.
Cada color del Arco Iris es una energía distinta, los que podemos ver
constituyen el espectro visible. El de mayor frecuencia (número de ciclos en 1
segundo) es el violeta, mientras que el rojo es el de menor frecuencia.
Superando la energía del violeta, encontramos el ultra violeta, invisible al ojo
humano, pero de gran penetración. Estos rayos no producen sensación alguna pero
favorecen una reacción química debajo de la piel causante del color tostado en
los meses de verano debido a la vitamina D, que se genera por su acción y que es
muy necesaria para desarrollar una vida sana. Son los famosos rayos UV, que en
exceso nos dañan pues provocan cambios en el código genético de las células de
la piel, motivo de cáncer. Con frecuencias mayores a los UV encontramos los
rayos X, conocidos por el uso que les da la medicina, y los rayos gamma, muy
penetrantes a la materia.
Por debajo del rojo encontramos a los infrarrojos, que producen sensación de
calor pero no son tan penetrantes, ya que su frecuencia es inferior. Más abajo
del infrarrojo están las microondas, las ondas de TV, las frecuencias moduladas
(FM) y las no moduladas (AM) y finalmente las ondas largas de radio.
De todo este gran cúmulo de energías lo único visible a nuestros ojos son los
colores, que resultan ser el menor porcentaje de luz del espectro solar. El
resto es luz invisible, ya que el ojo humano no esta preparado para captarla.
Es hora de preguntarse:
¿Por qué los objetos presentan distintos colores ante nuestros ojos?
Cada objeto está formado por diferentes sustancias (moléculas). Ya sabemos, por
notas anteriores, que según se unan los átomos las sustancias que formarán
tendrán aspectos y propiedades muy diferentes, pues sus moléculas serán
distintas. Esto hace que cuando son iluminados por luz blanca absorban
determinadas energías y rechacen otras. Por lo tanto, la materia tendrá el color
de las frecuencias rechazadas.
Si un pulóver es de color verde seguramente sus moléculas rechazan
principalmente al azul y al amarillo. Si es violeta significa que reflejan el
rojo y el azul, pero si es negro, ello querrá decir que absorben toda la energía
y no rechazan nada. Por esa razón, el negro no es un color sino que es la
ausencia de todos los colores. En invierno, las ropas oscuras suelen ser más
calentitas y convenientes para vestir, pues absorberemos de ese modo toda la
energía solar.
Cuando un objeto es blanco, significa que todas las energías fueron rechazadas
ya que blanco es la mezcla de todos los colores. Por ello, la ropa de verano es
clara y los camiones transportadores de lácteos o de productos alimenticios
están pintados generalmente de blanco, para evitar el recalentamiento dentro de
los mismos.
Por supuesto que cuando los cuerpos están iluminados por otro tipo de luz, las
mismas sustancias se presentarán ante nuestros ojos con otros colores, porque
cada luz posee su propio cúmulo de energías que hará que las moléculas rechacen
energías diferentes. Para detectar billetes falsos los iluminamos con luz UV y
aparecen colores y dibujos que con luz blanca no son visibles y sólo pueden ser
vistos con luz ultravioleta.
Cuando circulamos por la ruta hay carteles que al ser iluminados con los faros
resplandecen, eso se debe a que los electrones de las moléculas que forman parte
de la pintura toman la energía de la luz que le enviamos y nos la “devuelven”
como resplandor. Algo parecido pasa con esos objetos que en la oscuridad
resultan ser luminosos o fluorescentes, los electrones de su materia toman
energía luminosa cuando están en presencia de luz y en la oscuridad entregan lo
que tomaron.
La sorpresa, el asombro y la curiosidad es lo que moviliza al espíritu
científico para el descubrimiento. Si no nos preguntáramos por qué o no
dudáramos de lo preestablecido jamás progresaríamos. Ante lo desconocido el
hombre se asombra y luego investiga, de ese modo la ciencia avanza.
Autor: María Cristina Chaler AGENCIA DE NOTICIAS CIENTÍFICAS Y TECNOLÓGICAS
(CyTA-INSTITUTO LELOIR) |